viernes, 30 de marzo de 2012

Novelas Románticas


Madame Stael

Nació en Paris un 22 de Abril de 1766 y murió en la misma ciudad el 14 de julio de 1817. Su nombre real es Anne-Loise Germaine Necker, pero también es conocida como baronesa de Stael-Holstein. En realidad es de nacionalidad suiza, pero es considerada francesa por su vida e influencia en la vida cultural parisina, su ciudad por excelencia.
Fue hija del financiero Jacques Necker, ministro de Luis XVI y de Suzanne  Curchod. Desde pequeña mostro en el salón literario de su madre un interés especial por la literatura. Fue una gran seguidora de los filósofos franceses del siglo XVIII. Contrajo matrimonio en 1786 con el embajador de Suecia en París y tuvo tres hijos.
Durante la Revolución Francesa toma parte activa, pero tras la caída de la monarquía, abandono Francia (1792)  y viajo a Suiza. Allí se vuelve a encontrar con Benjamín Constant, a quien había conocido en un viaje anterior y con quien mantuvo relaciones  sentimentales hasta 1808.
En 1797 vuelve a París y se siente fascinada por la figura de Napoleón  Bonaparte. Sin embargo este se muestra receloso ante una mujer dedicada a la política, que participa en intrigas palaciegas. Por esto, Bonaparte insta a Stael a alejarse de París en 1803, se casa con Albert de Rocca, un joven militar suizo, ya que ella se va a Suiza.
A partir de este momento, Madame Stael se instalara en Coppet aunque efectuará numerosos viajes, como por ejemplo a Alemania, donde visita a Goethe y schiller. También viaja a Viena donde conoce al Príncipe de Ligne. Su salón literario lo traslada a Coppet, donde se presentaran figuras como Madame Récamier , Benjamín Constant o Mathieu de Montmorency.
En 1870  publica una nueva novela, Corinne. También  destaca Alemania, obra que Napoleón destruye en 1810 cuando está a punto de ser publicada y que se obliga a editar en Londres, además de publicar sus cartas, unas memorias políticas publicadas en 1788. También publico novelas, ensayos y trabajos históricos y críticos. Tras la restauración regresa a Francia donde muere en 1817.

Características:
          El Idilio: (coqueteo, conquista)
•          La Naturaleza (como el marco del idilio)
•          El Paisaje ( es idealizado)
•          Color Local ( regionalismo, criollismo)
•          Huida Parcial o total (
•          Presencias de elementos auto-biográficos
•          Exaltación del “Yo” ( el autor de confunde con el Protagonista)
•          Temas: ( amor, muerte, naturaleza y religión)

CORINA O ITALIA
La novela relata la trágica historia de amor entre su protagonista femenina, Corina, y el noble escocés Lord Nelvil, lo que nos permitirá conocer las costumbres por aquel tiempo de Francia, Inglaterra e Italia.

En esta novela se plasma el carácter de Stael, y como no, algunos paralelismos con su biografía, porque durante toda su vida, Madame Stael lucho desde la letra por dar dignidad al papel de una mujer en la sociedad de aquella época de fines del siglo XVIII y principios de siglo XIX. Por eso se considera una escritora romántica, porque aparte de que coincide con el período romántico, sus obras reflejan características románticas, como por ejemplo el amor que siente Corinne hacia Lord Nelvil. El amor es una característica fundamental dentro del Romanticismo. 


A continuación se presenta la obra en forma de guión teatral y de forma resumida:

ACTO I
Una tragedia oscurece  la vida de Osvaldo Lord Nelvil que se encuentra en Escocia, melancólico por la muerte de su padre; llora en el cementerio frente a su tumba.
Allí se aferra a su recuerdo reprochándose culpas por haber sido un hijo rebelde y pensando que  su pérdida era el resultado y castigo por su contrariedad en  ser obediente.

-  Osvaldo: ¿Por qué, Padre? Pudo más el destino que mi arrepentimiento por no obedecerle.
-     Osvaldo: me iré de estas tierras, lejos, para olvidar mi pasado.
La tristeza lo abruma de tal forma que su salud se quebranta y le es diagnosticada una enfermedad pulmonar muy delicada que podría causarle la muerte. A pesar de la nostalgia que lo embarga emprende su viaje navegando hacia el Oeste de Europa.

ACTO II
            Mientras navegaba, Osvaldo, por quebrantos de salud, es obligado a hacer una parada en Alemania, donde  escucha historias sobre un emigrante francés, el Conde de Erferuil,  quien, al igual que él, perdió a su tío y quedó solo, así que decidió conocerlo.

-        Osvaldo: Saludos Conde de Erferuil, mi nombre es Osvaldo Lord Nelvil
- Conde Erferwil: Saludos, joven viajero. Es un honor conocer a alguien de tan noble procedencia. ¿Qué os trae a mi humilde hogar?
-    Osvaldo: Os he venido a visitar ya que a mis oídos han llegado historias de vos, que habéis quedado sin pariente alguno y que quedasteis solo en este mundo.
-       Conde Erferwil: Eso es cierto, Lord Nelvil, ¿pero que tiene que ver eso con vos?
-       Osvaldo: yo también he sufrido una lamentable pérdida y por ello he decidido viajar.
            Así, Osvaldo cuenta toda su historia al Conde de Erferwil, quien decide acompañarlo en su viaje hacia Italia.

ACTO III
Cuando los viajeros llegan a las costas de Italia y entran a la ciudad se percatan que a lo lejos se escucha una algarabía, en el capitolio. Deciden ir a descubrir el motivo de tal celebración y al llegar escuchan al pueblo elogiando a una mujer cuya belleza solo era comparable con los dioses, una famosa poetiza llamada Corina.


Ellos, al oír esto, deciden acercarse y se quedan atónitos al ver el ser que describían.   Esta mujer estaba vestida con ropas griegas, cabellos largos, oscuros y un rostro hermoso.
 Ella entra al Capitolio de la mano de su amigo el Príncipe de Castel-Forte, quien le dirige unas palabras antes de ser coronada por el Sacerdote, en símbolo de la admiración y aprecio del pueblo.

-       Castel-Forte: Hermosa Corina, ilustre amiga, personaje lleno de nobleza, espontaneidad y habilidad filosófica que enaltece a Italia  con su don para las artes.
-       Sacerdote: Corina, poetisa, escritora, improvisadora y alma sublime, os otorgo esta  corona como reconocimiento por ser considerada uno de los más valiosos tesoros de Roma.
Corina se inclina en reverencia ante el sacerdote quien le coloca una corona de laureles. Mientras Osvaldo contempla a la joven anonadado por su belleza y decide acercarse para escucharla recitar un poema en alabanza a la cultura, héroes y pueblo de Italia.

-       Corina: Italia, imperio del sol, señora del mundo, cuna de las letras. La humanidad se  rinde en honor a tus bellas artes, tu historia y tu cielo. El ingenio de Roma  te otorgó los divinos dones de la victoria y alabanza de poetas y pintores por ser refugio de héroes, triunfos, monumentos y dioses. Tu recuerdo agita el corazón y resplandeces en el universo, entre el amor y gloria que elogian tu majestuosidad a través del tiempo.
Al finalizar su poema, todos la aclamaban gritando su nombre y con aplausos. Ella les agradece y es escoltada por su amigo hacia su carruaje, el cual era lujoso y estaba tirado por cuatro corceles de color blanco.

-       Corina: Os agradezco el privilegio de su agasajo y  honor de recibiros de tan digno pueblo.
-       Todos (pueblo): ¡Corina! , ¡Viva Corina!, ¡Viva el genio!
A su salida, se le cae la corona y Osvaldo, que se encontraba cerca, se inclinó a recogerla y la devuelve a la dama; quien la acepta con una grata sonrisa y mirada pícara.


ACTO IV
            El Conde de Erferwil, al ver el interés de Osvaldo por Corina, decide enviarle a ella una carta pidiéndole permiso para visitarla y disfrutar de su presencia. Al poco tiempo recibe una respuesta aceptando su petición y dando fecha del encuentro en su casa. Lord Nelvil, al enterarse de esto siente mucha emoción al saber que podrá conocer a la famosa escritora y poetisa Corina.
            Al llegar al hogar de la dama la saludan con una reverencia y expresan las siguientes palabras:
-       Osvaldo: Saludos encantadora dama.
-       Conde de Erferwil: Es un honor poder presenciar semejante belleza proveniente de tan hermosa mujer.
-       Corina: Gracias señores, por tan maravillosos halagos. Siéntanse libres de pasar a mi hogar.

   Dicho esto, los tres pasan al recibo, donde se sientan a conversar.

-       Corina: Y díganme, ¿de donde provenís? ¿y qué os trae por acá?
-       Conde de Erferwil: Yo nací y me eduqué en Francia
-       Osvaldo: Yo nací en Escocia y me eduqué en Inglaterra. Pero por motivos personales he decidido venir a Italia para escribir una nueva página en mi vida.
-       Corina: Es decir que ¿vosotros no conocéis Italia?
-       Osvaldo: No, llevamos poco tiempo por estas tierras.

Luego de un rato el conde de Erferwil observa la hora y decide retirarse para dejarlos solos.


-       Conde de Erferwil: se hace tarde y  me siento cansado, Lord Nelvil os dejo en grata compañía. 
-       Conde de Erferwil: Me despido. Corina ha sido un honor conocerla.
Osvaldo y Corina se despiden del Conde de Erferwil y continúan conversando.

-       Corina: Yo os puedo acompañar en un viaje para que conozcáis nuestra cultura.
-       Osvaldo: Sería un honor que una persona tan famosa me mostrase su país.
-       Corina: Estaría gustosa de hacerlo. Le espero en la mañana para enseñarle estas tierras.

ACTO V
Osvaldo y Corina emprenden su viaje por los antiguos templos de Roma para contemplar su belleza arquitectónica. Visitan el panteón de Santa María,  el Templo de Agripa, el Castillo de Santagélo y finalmente la Iglesia y plaza de San Pedro, donde caminaban y disfrutaban de los monumentos, tumbas, fuentes y esculturas que visten de grandeza sus obras.
Al día  siguiente continúan su aventura  cultural observando los paisajes de los montes Palatino, las 7 colinas de los montes escarpados, el Capitolio, el foro romano, los templos en honor de Venus, Júpiter, Atenas, el arco del triunfo y de Constantino.
Así, durante varios días siguieron visitando y admirando el monte Aventino, la iglesia de San Juan de Letrán, las ruinas del Coliseo, el Circo y los Palacios de los emperadores romanos; apreciando las huellas de la historia romana, su belleza, gloria y gran inspiración de poetas.

ACTO VI
            Corina visita el castillo del príncipe Castel-Fortel, su amigo, para intercambiar algunas palabras.
-       Príncipe Castel: Querida Corina, te pedí que vinieras para decirte que no creo conveniente que os enamoréis de Lord Nelvil.
- Corina: Osvaldo aún no ha dicho que me ama.
- Príncipe Castel: Pero si lo hiciese, ¿aceptaríais?
- Príncipe Castel: A leguas se nota en tu mirada una compasión hacia él que solo se ve entre los enamorados.
- Corina: Está bien, lo admito, el me gusta, nuestro viaje fue majestuoso.
- Príncipe Castel: Me entristece pensar que si te llegas a enamorar tendrás que irte.
-Corina: yo no me iré, por eso decidí mostrarle Italia para que decida quedarse.

ACTO VII
   Durante unos días Osvaldo se ausenta por  estar muy enfermo y  Corina siente nostalgia por no saber de él, incluso piensa que  no estaba muy interesado en conocer Italia.
Luego de su recuperación, Osvaldo es invitado a una fiesta a la cual pensaba asistir, pero se entera que Corina asistirá a esta celebración y duda si ir o no por sentirse apenado. Al final accede, y al llegar y ver que Corina estaba ahí, se acercó a ella para poder platicar.

- Corina: ¿Qué sentís vos por mi? Porque yo te amo.
- Osvaldo: yo?.. pero yo…
- Corina: ¿Queréis decir que vos no me amáis como yo os amo?
-Osvaldo: No es que no os ame, sino que vuestra fama me eclipsa.
De pronto suenan unas trompetas anunciando la llegada del Príncipe de Amalfi. Todos se quedaron perplejos con su llegada. Este se aproxima a Corina y saluda con reverencia.

- Príncipe de Amalfi: ¿Quisiera esta bella dama concederme el honor de bailar una pieza conmigo?
- Corina: Con mucho gusto milord.
 Y así comenzó la danza de la Tarantella, una danza Nápoles. Corina tomó la pandereta y comenzaron a bailar. A medida que el baile transcurría Osvaldo los observaba con cierto enojo al verla bailar tan alegre ante los aplausos que la llenaban de vanidad.  Él pensaba que la  mujer de Italia no tenía el recato de la inglesa.  Al culminar el baile decide irse sin despedirse.


ACTO VIII
Al poco tiempo Osvaldo decide ir a la casa de Corina a pedir perdón, admitir su error y confesarle su amor, ya que el mantenía la esperanza de casarse con ella.
En el camino  se consigue a Milord. Edgermond, un caballero ingles que lo hace sentir afligido y reflexivo a la vez, en las melancolías del pasado que lo atormentaban porque no obedeció a su padre en cumplir su compromiso de casarse.

- M. Edgermond:  Celebro veros, pues en quince días parto a Nápoles, espero que os me acompañeis.
- M. Edgermond:  ¿Recordáis a mi prima Lucila? Vuestra prometida está muy hermosa y de aquí a un año os aseguro que será la mujer mas bella de toda Inglaterra .
- Osvaldo: No lo pongo en duda .
- M. Edgermond:  He oido que usted conoce a Corina, me gustaría conocerla y ver uno de sus espectáculos .
- Osvaldo: Os informo que ella no recita por vanidad o necesidad para vivir.

ACTO IX
            Dicho ésto Lord Nevil se retiró y fue casa de Corina . Entró y se dirigió a sus aposentos donde se la encuentra y dice lo siguiente:
- Osvaldo: Corina he venido para expresarle disculpas por mi comportamiento en la fiesta y confieso que no fui totalmente sincero con respecto a mis sentimientos.
- Osvaldo: Quiero decirle que la amo y vengo a pedirle su mano en matrimonio.
-Corina: Osvaldo, admito que estoy enamorada de vos desde que lo vi pero, no puedo partir de mi patria, por esa razón os llevé a esos viajes, para que se enamorara de estos parajes, tanto como yo, pero al no ser este el caso, no me casaré contigo.
- Osvaldo: debéis disculparme por expresar un sentimiento distinto al vuestro por Italia pero, os juzgo con las tradiciones que traigo de mi tierra inglesa.
-Corina: nuestra forma de pensar nos separa,  pero podemos ser amigos.

La sensibilidad al expresar lo que sentían permitió a Osvaldo ver en Corina su debilidad al sentirse afligida y comprendió que su entusiasmo había sido abatido por  la pasión, porque a pesar de su habilidad poética y alabanzas que la llenaban de gloria como a una diosa, podía en realidad tener en su corazón la dulce imagen  de una amiga.

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